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martes, 28 de enero de 2014

El amargo sabor de perderte, amor.

Pero de repente lo hizo, sonrió.
¿se podía tener realmente el cielo a centímetros?
¿era cierto aquello de que te podías enamorar de una simple curva?
De su gesto, de su rostro, de esa forma de mirar tan suya que desnudaba.

Pero segundos después, lo comprobó, que manera tan bonita de hacer feliz.
Pero, si todo eso era cierto, ¿lo sería también eso de que hay sonrisas que cuando se van, matan,
que dejan tal huella que hasta duelen, que las recuerdas y aquel coquilleo que asomaba
después tan solo arde?
Sería realmente amargo comprobarlo y perderle.

 

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