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viernes, 20 de diciembre de 2013
martes, 12 de noviembre de 2013
Siempre fuertes, como dijiste.
Y ya no está.
Vuelvo a casa y él ya no está detrás de la pantalla, ya no me voy a despertar nunca más con un 'eh, que te dormiste' suyo. No va a volver a llamarme payasa después de decirle cualquier tontería, ni a reirse mientras hablábamos a las tantas de la madrugada a cientos de kilómetros. Ya no me iré a dormir con su voz en mi cabeza y el deseo de sus manos en mis caderas. Pero que bonito fue ser la chica de sus noches, de sus sonrisas y de sus buenos días, que bonito fue el juego hasta que se acabó. Él nunca se precipitó porque siempre tuvo ese comodín detrás, la felicidad asegurada pero yo, yo salté sin preguntarme ni siquiera el por qué y supongo que ahí se resume la diferencia entre sus buenas noches y mis mierda de días ahora.
Pero pese a todo sigo acordándome de él (consumiéndome también). Que estúpido me resulta esto de recordar todo lo que me decía, de seguir queriendo lo que queríamos, de esperarle aunque sé que si vuelve, no es para quedarse y mucho menos conmigo. Que estúpido me resulta no poder escuchar una canción porque en cada estrofa vuelve taladrando con ella. Pero para estupidez la de seguir pensando que podría haber salido bien, que si nos hubiesemos querido por igual quizás no estaría así, que quizás su risa ahora sería melodía y no un triste recuerdo de aquellas noches. Que sigo queriendo que sea tan idiota como para dejarme callada con un par de palabras, que sigo queriendo ser aquellos días en los que fuimos y no ahora en los que nos hemos perdido.
Pero ya no está, él ya no está y yo tampoco. Quizás si vuelve me pueda volver a encontrar, pero mientras tanto, siempre fuertes.
Vuelvo a casa y él ya no está detrás de la pantalla, ya no me voy a despertar nunca más con un 'eh, que te dormiste' suyo. No va a volver a llamarme payasa después de decirle cualquier tontería, ni a reirse mientras hablábamos a las tantas de la madrugada a cientos de kilómetros. Ya no me iré a dormir con su voz en mi cabeza y el deseo de sus manos en mis caderas. Pero que bonito fue ser la chica de sus noches, de sus sonrisas y de sus buenos días, que bonito fue el juego hasta que se acabó. Él nunca se precipitó porque siempre tuvo ese comodín detrás, la felicidad asegurada pero yo, yo salté sin preguntarme ni siquiera el por qué y supongo que ahí se resume la diferencia entre sus buenas noches y mis mierda de días ahora.
Pero pese a todo sigo acordándome de él (consumiéndome también). Que estúpido me resulta esto de recordar todo lo que me decía, de seguir queriendo lo que queríamos, de esperarle aunque sé que si vuelve, no es para quedarse y mucho menos conmigo. Que estúpido me resulta no poder escuchar una canción porque en cada estrofa vuelve taladrando con ella. Pero para estupidez la de seguir pensando que podría haber salido bien, que si nos hubiesemos querido por igual quizás no estaría así, que quizás su risa ahora sería melodía y no un triste recuerdo de aquellas noches. Que sigo queriendo que sea tan idiota como para dejarme callada con un par de palabras, que sigo queriendo ser aquellos días en los que fuimos y no ahora en los que nos hemos perdido.
Pero ya no está, él ya no está y yo tampoco. Quizás si vuelve me pueda volver a encontrar, pero mientras tanto, siempre fuertes.
lunes, 7 de octubre de 2013
Fuiste un búnker. Mi búnker.
Desde hace unos meses no soy sin ti, y lo sabes. Nunca te pedí que te quedaras para siempre pero si que no te fueses tan rápido. Odio escribirte porque eso significa que aún no te has ido de aquí, y lo admito, sigues presente y me jode, que mientras tú estás bien yo no haya día que no me levante pensando en todo aquello que quisimos ser y no se pudo, por ti. Que no pueda ni escuchar la primera frase de la que fue nuestra canción, la que me escribías casi todos los días y de la que ahora huyo.
Parece que va todo bien pero no, de repente vuelves, y no hay quien te saque de la puta cabeza chaval, de aquellas llamadas a las tantas como unos tontos, a distancia. Porque es lo que más echo de menos, tu voz y esa risa, tu risa riéndote de mí seguida de un 'que payasa eres'. No sabes lo fácil que fue evadirme de todo contigo, eras un jodido búnker contra lo de fuera y que bien protegías chico. Me acostumbré tanto a ti que mírame, sigo esperando a que vuelvas y me digas que sigo siendo tuya, que no me quieres para nadie más y que aún no sabes por qué.
De tantas jodidas promesas con las que me quedé yo, con tantas cosas que decirte, que darte...
Y hoy lo único que intento meterme en la cabeza es que no volverás. Que de ilusiones se muere, no se vive. Pero sigo echándote de menos.
Parece que va todo bien pero no, de repente vuelves, y no hay quien te saque de la puta cabeza chaval, de aquellas llamadas a las tantas como unos tontos, a distancia. Porque es lo que más echo de menos, tu voz y esa risa, tu risa riéndote de mí seguida de un 'que payasa eres'. No sabes lo fácil que fue evadirme de todo contigo, eras un jodido búnker contra lo de fuera y que bien protegías chico. Me acostumbré tanto a ti que mírame, sigo esperando a que vuelvas y me digas que sigo siendo tuya, que no me quieres para nadie más y que aún no sabes por qué.
De tantas jodidas promesas con las que me quedé yo, con tantas cosas que decirte, que darte...
Y hoy lo único que intento meterme en la cabeza es que no volverás. Que de ilusiones se muere, no se vive. Pero sigo echándote de menos.
miércoles, 2 de octubre de 2013
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