.

.

domingo, 20 de abril de 2014

Échale cojones y vuelve tú con todo ello.

Devuélveme mi canción, la misma que ahora no puedo escuchar sin que te me aparezcas. 
Devuélveme también todas las noches que invertí en ti, todas las putas noches que creía ganadas por tenerte y que ahora me doy cuenta que fueron simplemente horas que hoy día me matan si recuerdo.
Devuélveme el sueño que me quitabas.
Tráeme de vuelta esa sonrisa que mis amigos echan de menos,
esas ganas de vivir que te llevaste cuando decidiste irte.
Por tu culpa hay días que la gente ni me reconoce,
(que ni yo misma lo hago)
Por tu puta culpa ahora todo lo relaciono con mala suerte cuando antes yo era más de casualidades.

Devuélveme esos versos que derramé y acabaron en tus oídos,
esa impaciencia tonta por verte,
esos nervios por escucharte unos minutos, tras el teléfono.


Échale cojones y vuelve tú con todo ello.



sábado, 19 de abril de 2014

Dar sin recibir.

Nos creímos héroes de algo que ni siquiera estaba definido. Por alguna razón estúpida creímos que podríamos desafiar los océanos y acabamos ahogándonos en los charcos.
Quisimos salvar a aquel que estaba en las últimas cuando ni nosotros mismos sabíamos salir del bache,
intentamos nadar a contra corriente cuando nos asfixiábamos solo porque alguien importante estaba al lado, muriendo. 
Siempre hemos sido de lanzar el salvavidas a ese alguien cuando nunca confirmamos que ellos harían lo mismo. Supongo, que por eso nos hemos llevado decepciones, palos, hostias, llamándolo de cualquier manera, de una forma u otra, personas que creíamos cercanas huyeron sin importar como estábamos, sin ni siquiera mirar si seguíamos ahí o si se había hecho tarde y ya no.


Suplicas que te olvide pero al fin y al cabo eres tú quien lo hace.

No tengo ninguna llamada perdida, supongo que eres tú.
Supongo que también eres tú ese vacío que aparece en las noches frías,
ese escalofrío que pisa mi columna vertebral cuando recuerdo aquellos lugares en los que no estuvimos,
ese pitido intenso en el oído cuando de repente suena tu nombre,
ese dolor que recorre desde la punta del pie izquierdo hasta mi cabeza.
Tú, sin duda, eres ese que suena en mi cabeza suplicando que te olvide,
pero sin embargo, sigues siendo tú entonces y a ver quién te borra,
quien te quema o quien te olvida cuando todo escuece,
cuando de repente se ve todo gris y ya no hay quién salve, quien rescate o quien simplemente quiera,
quien, digamos, ocupe tu sitio.


Vacío.

¿Qué tal vas desde que no clavas tus pupilas en las mías?
¿Concilias el sueño desde que no me tienes en tus madrugadas?
¿Qué tal va esa sonrisilla tonta que me partía el alma?
Hace tiempo que no sé de ti
 y, sin embargo, tengo por seguro que no te acuerdas de mí, de lo que fuimos.