.

.

martes, 28 de enero de 2014

Dime si al igual que yo, tú aún me recuerdas.

Dime cómo te va.
Hace tiempo que no sé de ti y me gustaría saber si quizás, al igual que a mí,
nadie te llena ya el interior,
nadie te hace sonreir o tal vez nadie se preocupa por verte vivir.
Dime si aunque nunca hubiese estado allí, ahora te sientes vacío sin mí, igual que yo.
Dime que no solo soy yo la que se duerme con tu tez en la cabeza,
dime que va a ir todo bien y que te veré volver.
Que volverás a quererme a las tantas con esas llamadas inesperadas.
¿volverás, espero o desisto?
 

Como la Monalisa, sus ojos eran incertidubre, suerte el que los lograse descifrar.

¿Qué te inspiraban esos ojos?
¿Le veías el reflejo de la soledad o tal vez la veías sonreir?
¿sería el amor aquello que le transpasaba o quizás el dolor?
Tócale, siente el tacto de su piel y cuéntame que tal te va teniendo el Edén en tus manos, 
apártale el pelo y descríbeme el escalofrío que sentiste.
Si después de eso no puedes dejar de mirarle, date por perdido.

¿Sería amor aquello que me estaba empezando a matar?

Empecé a andar, paso firme, pero por dentro,
por dentro temblaba cual cría chica,
mis piernas se tambaleaban
pero de repente apareció, 
ahí, frente a mí,
él, mi felicidad durante todo ese tiempo,
y que guapo estaba, superaba todas las expectativas que me había creado,
aunque,
¿qué estaba pasando?
¿qué era eso?
Comencé a sonreir, sin quererlo, (creo)
no tenía buen pulso y joder,
¿qué era eso que sentía en mi estómago?
Era una mezcla entre el éxtasis y una hecatombe, 
algo indescriptible pero lo sentía y no desapareció hasta que él no se marchó,
hasta que no volvió a marcar sus pasos por donde había venido.
¿Por qué? Yo quería volver a sentirlo,
quería volver a tenerlo ahí, en frente,
con aquellos ojitos rasgados mirándome desde aquel punto,
ese que tomé como referencia del límite del cielo.
Ahí, justo ahí me querría haber quedado toda mi vida,
¿sería amor aquello que me estaba empezando a matar?

Lugares con nombre y apellidos.

Lugares.
Hay lugares con nombre y apellidos.
Aquellas personas que te hacen sentir como si estuvieses en casa,
como si estuvieses en aquel parque de tu infancia,
en aquella clase de preescolar..


No me sonrías que te muerdo.

Comenzó a curvar su boca, levemente, con una delicadeza que llegaba a endulzar
y acabó enseñando una de sus maravillas.
Daban ganas de perderse en ella, de vivirla, de sentirla.
De comerle cada rincón de aquella hecatombe que acababa de mostrar.
¿Quién sería el dueño esta vez de aquella preciosidad?

Intentaba tapar las heridas con parches de falso amor.

Que les den a aquellos enamorados de las estaciones, acaba llegando el final y acaban los dos, juntos, pero en las vías del tren.

Paraísos con destinos puntiagudos, caminos de rosas con espinas. Poco amor.

Tan solo buscaba una salida, una huída o algún laberinto con salida fácil,
solo quería sentir eso que se siente cuando te pones frente al mar y aspiras,
fuerte, bien fuerte, que llene las costillas.
Solo buscaba un punto de apoyo. una ayuda. algo que le hiciese salir a flote en aquello que la ahogaba
y lo encontró
pero el final de aquel paraíso solo ya llevo a un precipicio, a un vacío,
a un intenso dolor.
Se sentó y suspiró, ¿sería su destino aquello?
simplemente se sentó en el borde y espero.
Hasta que,

Me hubiese gustado ser el aire fresco que entra por tu ventana.

Me hubiese gustado ser tus buenos días y tus buenas noches más esperadas.
Me hubiese gustado respirar y poder haber sido ese aire fresco que entra por tu ventana,
ay, amor, lo que me gustaría haber sido tu libro de mesita,
aquel café de tu madrugada,
aquella felicidad que te impulse a vivir o ese lugar del que nunca quieras escapar.
 


¿Qué tal si mañana nos bebemos las ganas y saciamos este amor?

¿Qué tal si mañana por la mañana desayunamos?
Si nos comemos hasta saciarnos.
Si matamos las ganas con amor, tanto que se desborden las ventanas
que el mundo se enamore de ti,
de tu voz,
de aquellos gestos tontos que me ponen tonta.
¿Qué tal si mañana por la mañana desayunamos?
si nos hartamos de sábanas y edredón,
de un par de caricias y arañazos en el colchón.

¿Qué tal si te quedas dentro? Aquí, bajo mi piel.


Mostrar aquello que tanto les duele ver de mí me hace fuerte. Porque hay hostias que es mejor darlas sonriendo.


El amargo sabor de perderte, amor.

Pero de repente lo hizo, sonrió.
¿se podía tener realmente el cielo a centímetros?
¿era cierto aquello de que te podías enamorar de una simple curva?
De su gesto, de su rostro, de esa forma de mirar tan suya que desnudaba.

Pero segundos después, lo comprobó, que manera tan bonita de hacer feliz.
Pero, si todo eso era cierto, ¿lo sería también eso de que hay sonrisas que cuando se van, matan,
que dejan tal huella que hasta duelen, que las recuerdas y aquel coquilleo que asomaba
después tan solo arde?
Sería realmente amargo comprobarlo y perderle.

 

Y esos besos de amor guardados en aquel rincón, ¿dónde estabas? Eran tuyos.


Enero, invierno sin ti,

Respiraba o al menos lo intentaba. 
Tenía los labios morados y ya no eran por los suyos, porque se fue.
Sus manos temblaban, y ya no era por tenerle cerca, porque se fue.
Ese nudo en la garganta ya no era por su voz a las tantas, porque se fue.
Esa sonrisa que le faltaba en la cara era lo único que le dejó. porque se fue.

¿Era aquello enero, el invierno o él que ya no estaba?
e 



Si la mitad supiesen lo que esconde mi sonrisa, huirían al verla.

Había sonrisas que tenían historias y ella, sabía mucho de eso. 
Del amor que esondían esos dientes de marfil, de aquellos 
besos que no se dieron escondidos en las comisuras, del dolor
 en la punta de la lengua escondiendo heridas.


 

 

"Podemos llegar al cielo no nos cuesta nada."