.

.

domingo, 16 de febrero de 2014

Yo sin saber donde mirar y tú tan guapo.


Había pocas cosas que me imponían, pero llegaste sonriendo y dime tú a mí si eso no era una maravilla,
si eso no era para replantearme el canon de belleza que tenía hasta ahora.
Y en unos instantes aquellos ojitos se achinaron y ay amor,
que ganas las de quererte bien fuerte,
pero centraste tus pupilas en mí y sentí que ya, se podía parar perfectamente el tiempo,
eternamente,
que ese era mi lugar,
que no quería otras vistas al despertar más que tus clavículas,
que no quería una almohada diferente a tu pecho,
que ya no quería nada distinto al tacto de tu piel.
Y yo ahí, sin saber donde mirar y tú tan guapo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario