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miércoles, 19 de junio de 2013

Mi más bonita casualidad.

De casualidad, otra vez, te he vuelto a ver. Nueve meses después te cruzas y me desespero. Quédate, pienso, pero, ¿qué sería de nuestra historia (si es que a caso se le puede llamar así) sin tus idas y venidas? ¿Qué sería yo, sin tener nervios por verte?
Llegas y sorprendes. Llenas cada parte que dejaste vacía y yo, yo te quiero un poco más y te odio un poco menos por estar delante, por salvarme de todas las cosas que se puede salvar a alguien. Tú, mi más bonita casualidad. Mis momentos de fuerza o de flaqueza, de inestabilidad, me haces fuerte cuando llegas, aunque me rompas al marcharte cual cristal. Pero a trozos te quiero, aunque te vuelvas a ir una vez más.
Siempre has sido de esos, de aparecer cuando menos me lo espero y de marcharte cuando más te necesito. Pero que bonito se hacía todo cuando de repente avanzabas sonriendo, parecía todo como antes, la ciudad ya te echaba de menos, y yo, ni te cuento.

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