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martes, 16 de abril de 2013

Diecisiete.

Diecisiete, hace siete meses fue lo más parecido a la felicidad, pero se repite cada mes y duele. Siete meses sin verte. ¿Quién me hubiese dicho aquel día que para verte de nuevo pasaría tanto tiempo? Que la felicidad de entonces se convertiría en el vacío del pecho de los meses siguientes. Que dueles como nunca y no estás, como siempre. No sé estar sin ti, eso de ir por las calles y que hayas estado en todas pero que ahora, ni huelan a ti, de creer que vuelves para caer otra vez cuando te vas sin siquiera verte. Supongo que eso de que estés tan presente es lo peor, de verte con cada tontería, de pensar que realmente volverías, para quedarte, superar cada instante por eso de saber que estabas aquí, que al menos, estabas lo suficientemente cerca como para cruzarnos un día, de casualidad, de volver a vivir todo con lo que un día crecimos, de hacerme sonreír de verdad. De ser tú, de ser yo pero por ti. De pensarte sin que duelas, quizás, que cambien las cosas y lo sobrelleve joder, que no puedo más si te vas, eras la fuerza en mi debilidad pero ya no estás.

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