.

.

miércoles, 19 de junio de 2013

Mi más bonita casualidad.

De casualidad, otra vez, te he vuelto a ver. Nueve meses después te cruzas y me desespero. Quédate, pienso, pero, ¿qué sería de nuestra historia (si es que a caso se le puede llamar así) sin tus idas y venidas? ¿Qué sería yo, sin tener nervios por verte?
Llegas y sorprendes. Llenas cada parte que dejaste vacía y yo, yo te quiero un poco más y te odio un poco menos por estar delante, por salvarme de todas las cosas que se puede salvar a alguien. Tú, mi más bonita casualidad. Mis momentos de fuerza o de flaqueza, de inestabilidad, me haces fuerte cuando llegas, aunque me rompas al marcharte cual cristal. Pero a trozos te quiero, aunque te vuelvas a ir una vez más.
Siempre has sido de esos, de aparecer cuando menos me lo espero y de marcharte cuando más te necesito. Pero que bonito se hacía todo cuando de repente avanzabas sonriendo, parecía todo como antes, la ciudad ya te echaba de menos, y yo, ni te cuento.

Capítulo 3. Fortaleza.

Siempre hubo ese algo que nos hizo perder la cabeza, pero también estuvieron ellas para frenarnos los pies, para hacernos ver que la vida son momentos, instantes, que merece la pena vivir, que dejan los problemas atrás, que hacen reescribir historias. Esta, es nuestra mejor historia, y chicas, estamos en el mejor capítulo.

Estamos echos del ayer, de escombros que dejaron las caídas más duras. De recuerdos.


Brinda. Por todas aquellas cosas que merecieron la pena, que te han hecho estar donde estás, en lo más alto de ti.


Y es que el roce hace el cariño, y tu hace tiempo que escueces.


Siempre queda música y alguien despierto. Pueden darnos las seis donde más duelan, no importa.


Soy fría y calculadora de los besos que me faltan para restar el invierno.


'Quiero que cuando ya no pueda más me mires a los ojos y me digas esas cosas que hacen que me quede muda.'


A lo mejor no necesitamos escapar, sino que alguien nos haga tener ganas de quedarnos. Sería bonito.


Y que al final lo único que nos queda es aguantar toda la mierda que nos echen.


Ni yo misma, ni el mejor hombre, ni el amor más fuerte, pueden evitar un momento de debilidad. Y tú eres eso, un momento de debilidad.


'Ella se prometía no volver a confiar, no repetir la caída, pero es que la siguiente vez siempre parecía la definitiva.'